jueves, 10 de octubre de 2013

Placer carnal

Tus curvas se insinuaban
ante mí
entre sabanas de seda
y suaves caricias.

Me pedías placer
y solo eso te daba.

Entrelazabas el pecado carnal
con la lujuria
Y la satisfacción sexual
con la locura.

No me pediste cariño,
ni horas de intimidad espiritual.

No supe consolar las lagrimas
que derramabas...
No se si por ignorancia
o por no estar preparado

Ahora no tengo cariño ni lujuria

Y tus curvas siguen marcadas
en las sabanas de seda
que un día acaparaste...

miércoles, 9 de octubre de 2013

Caladas a la perdición.

         Con cada calada a mi cigarro estoy mas cerca de la muerte, ella me mira, paciente, no tiene prisa, su labio se tuerce hacia arriba formando una especie de sonrisa macabra, es bella, no lo dudo, pero me es imposible negar que con esa sonrisa también se hiela mi cuerpo y mis pelos se acercan mas a espinas que a lo que realmente son. Aún así aspiro otra calada y ella se acerca mas y mas, estira su brazo, mis pulsaciones ya no siguen el ritmo constante y calmado por el que se caracteriza mi corazón, ella me acaricia y su rostro no refleja el dolor que supone acariciar mis vellos erizados, al contrario, sonríe mas y mas, cuanta mas sangre empapa mi brazo, mas prolongadas son las caricias...
       Mis lágrimas se funden con el rojo y mi alma se eleva, la siento tan cerca... no se si es placer o gozo el verla tan cerca de mi o es dolor y sufrimiento el clavar de sus purpúreos ojos en mis languidecidos y cansados agujeros donde un día brillaron cuan estrellas vivas los míos...
        Pero soy consciente de todo este espectáculo y apago el cigarro en el cenicero planteándome si en verdad mi vida se apagaría igual de rápido, niego con la cabeza y giro para volver a verla, pero ya es tarde, se ha ido, se ha esfumado igual que como volvió. Extrañamente los motivos por los que apagué el cigarro que me trajo a la muerte se han desvanecido con ella y de nuevo miro el paquete, casi acabado, cojo otro tubito y lo enciendo y entre el humo vuelve a aparecer, me mira y me vuelve a tocar,  se repite lo mismo, me mata con cada calada y la espero pero al final siempre se esfuma y yo fumo y vuelve y se vuelve a esfumar...
Tantos años con el mismo juego... A veces cansa, otras me ahoga, me la imagino apretando mi pecho y riendo a carcajada viva clavando sus ojos en los míos y disfrutando de mi agonía, eso es lo que le gusta y yo se lo doy... ¿Soy un estúpido?¿Un suicida?.
       Debería huir de ella, un par de horas corriendo al día para huir de sus garras, tan suaves y salvajes... tan ásperas como el terciopelo que se pudiera conseguir de vastos pelajes de paja. Pero me quedo quieto y me enciendo otro cigarro, miro la llama y aparece tras de ella, apoyada en el marco de la puerta, sonríe y yo camino de nuevo con ella al lado, nunca me habla, parece que se piensa que no la veo, que no soy consciente de su presencia, pero eso me gusta, llegaría a decir que hasta me encuentro algo excitado con su ignorante presencia, pero su mirada no refleja esa falta de atención, su mirada me refleja que lo sabe, que lo sabe y le gusta. En ocasiones imagino que me roza y no sangro esa vez, imagino que nos fundimos pecho contra pecho y de pronto se posa encima mío, sin besarnos, solo miradas cómplices de un acto de lujuria, sin compromisos ni palabras bonitas, solo vacío y salvaje sexo. Al acabar la aventura, me siento mas muerto por dentro que antes, y su sonrisa es mas amplia, ya no es ni sensual, es macabra, y su mirada es demasiado fija, me coarta, me asfixia, me duele... Y solo lloro y lloro y me revuelvo en mis sábanas blancas esperando a que me lleve de una vez por todas, pero se queda plantada en el marco ofreciéndome otro cigarrillo, otra tanda de caladas y miradas cómplices...
       Y solo me salen dos preguntas que ella se niega a responderme ¿Asesinato o suicidio? y ¿Por que a mí?
pero nada sale de sus labios, solo la macabra sonrisa a la que me niego cogerle aprecio porque eso supondría mi perdición... una dulce e inevitable perdición.

viernes, 4 de octubre de 2013

Mil cuerpos...

Mil cuerpos podré rozar,
que sé, que mi malestar no se saciará.
No necesito pechos entre mis manos,
ni culos prietos que endurezcan a mi espíritu.

Solo busco una mano que se pierda en mi pelo,
que se funda en mi pecho, mientras mis lágrimas
mojen, saladas y ásperas, su blusa...

Y que mis palabras de tristeza y desconsuelo
inunden sus oídos...

Ojala existan tales milagros

Ojala una noche, con sus labios,
seque el lago que ahoga mis sentidos,
que me recoja con su mano amiga
y me abrace con brazos de amante...

Ojala una noche la encuentre y no se aleje

Que me mire y se quede fija en mis ojos
y que mis pelos se ericen
y mi piel se derrita...

Solo necesito un milagro