miércoles, 12 de marzo de 2014

Un psicodélico viaje

       Lo había vuelto a hacer, había decidido viajar, estaba de nuevo preparado y deseoso de volver a viajar al cosmos y conocer la realidad que mi cuerpo, humanamente encadenado a la "realidad", no me dejaba disfrutar. El primer cuarto entró en mi lengua, tan familiar el sabor, no se si lo que sentí fue la emoción de saber lo que me deparaban las próximas ocho horas o era el inicio de mi viaje, igual que la embestida que recibes cuando parte el tren hacía un destino prefijado, la única diferencia era que mi destino en este viaje se fijaría a cada onda y a cada sensación que mi cuerpo percibiera.
Una hora esperando y la calma estaba por terminar, escuchaba música, Jethro Tull, Pink Floyd y My Morning Jacket. La luz del cuarto estaba lo suficientemente estudiada para recrear a mis pupilas sin dañarla con luz muy fuerte ni con una oscuridad aterradora, el ambiente era el idóneo, la compañía perfecta (estaba solo) y me había preparado bolígrafos, lapices de colores, mucho papel, sabrosa comida y muchos cojines por el suelo repleto de alfombras y trozos de tela que ondeaban por el cuarto.
Miré el reloj y ya había pasado una hora, me tomé el segundo cuarto y como campanadas, mi lengua bailaba en mi boca, alegre por la experiencia que se me venía encima y de la cuál ya no podría escapar. Entonces, como todo fluye, alguien me llamó, una persona especial, no le pondré nombre, me dijo que ella también estaba de viaje y que se sentía sola, llevaba una hora mas de distancia que yo y le apetecía viajar conmigo, le dije que viniera a mi "camarote" y a la media hora apareció con dos hoyos como pupilas y una sonrisa como presentación, nos abrazamos, el abrazo mas intenso que dí hasta entonces, nos miramos, estábamos por el mismo punto del viaje y decidimos que un tercer cuarto nos involucraría en una aventura conjunta, empezó a sonar Fat Man de Jethro Tull y nuestras lenguas acogieron el ácido como si de un trocito de chocolate se tratase, nos liamos un porro de costo, el mejor costo que había probado en la vida!!
Estuvimos hablando como unas treinta y seis horas (para nosotros), lloramos, reímos, nos abrazamos, nos sentimos, nos acariciamos, nos abrimos el uno al otro, nos despreciamos y recapacitamos cuán perdidos estábamos en un mundo sin sentido, le dimos sentido al mundo y reímos, pintamos, saturamos de color una imagen en blanco y negro y después miramos fijamente la nada, disfrutábamos cada segundo de nuestro viaje, un viaje a solas, un viaje en conjunto, un viaje donde volvimos a ser las almas que un día se separaron en el camino de la vida.
Llevábamos como unas seis horas de viaje y no queríamos que esto acabase, nos miramos, cómplices y conscientes de que un cuarto cuarto nos introduciría en el color puro, en la esencia de nuestro ser, nos dimos la mano, empezamos a sentir que nos fusionamos y cada uno introdujo en la boca del otro el siguiente ticket que nos daba pase a una fase astral en nuestro pequeño refugio de psicodelia.
Llevaban un buen rato las paredes dando señales de elevación y encogimiento, de los altavoces escupían las ondas que se estrellaban contra mi pecho, rebotaban a su vez en sus senos y volvían al altavoz para entremezclarse con las ondas que realizaban el mismo camino que las ondas que estaban de vuelta. Todo fluía, todo era color, el COLOR, los colores primarios salían de todos los rincones y si esperabas pacientemente, la realidad se disipaba para dar paso al mundo que no podemos ver, el mundo del que estamos privados, una magia de colores y sensaciones, si, colores y sensaciones, dos cosas totalmente diferentes, son en realidad dos procesos que van cogidos de la mano. Reíamos y reíamos, hablábamos y nos perdíamos en un mundo de cuatro paredes, disfrutábamos de la comodidad de los cojines y la suavidad de las sabanas y mantas que adornaban nuestro camarote. Que felices eramos y que poco conscientes llegamos a ser de la realidad rutinaria y banal a la que estamos condenados...
Poco a poco, muy poco a poco fuimos sintiendo como perdíamos nuestras capacidades de asombrarnos con la nada y poco a poco todo fue cogiendo una apariencia mas o menos normal. Las pupilas estaban de nuevo en un circulo pequeño y normal, los escalofríos venían de vez en cuando y los disfrutábamos al máximo nivel, nos mirábamos con ojos de "se acabó lo bueno, pero gracias por compartir el viaje conmigo".
      Los siguientes días, fueron melancólicos y silenciosos, darte cuenta que has vuelto a lo rutinario es duro de asimilar, también es complicado recapitular toda la información que has sacado de tu interior y si eres consciente del poder de tu voluntad, serás capaz de sacar un gran provecho a este viaje, aprender de ti y de los demás, de las cosas y de la nada.
Así que, ya de nuevo en  el mundo consciente, que debía hacer? cómo debía comportarme?
Y decidí aceptar que todo lo que sentí y viví en mi viaje, se trataba de un aumento de mi percepción emocional y sensorial, que podía llegar a sentirlo, que esas sensaciones estaban encerradas en mí, que solo debía sacarlas, que debía abrazar como si fuera mi primer y ultimo abrazo, besar como si besará al mundo cada vez que rozará la piel de cualquier persona que me aceptara en su vida y simple y llanamente, SER FELIZ.

No atisbo un mañana.

Oscura es la tristeza,
igual de oscuro es el entorno
que me rodea hoy.

No atisbo un mañana,
tampoco un presente.

Solo recuerdos muertos
promesas podridas y sentimientos
aún sin enterrar...

Pero no hay que deprimirse,
soy mas inteligente que mis sentimientos.

Soy consciente de lo que siento y de lo que soy.

Un día malo no significa que desee un pasado lejano,
no significa que desee la muerte de un amor a distancia.

Significa que mis defensas se resienten,
que soy humano y no de piedra,
y que te hecho de menos...

No atisbo un mañana,
tampoco un presente.

Oscuro es el hoyo donde
podría enterrar mi sentir.
Pero no puedo hacerlo.

No temas, no temo, no puedo...